La primera pregunta que seguramente muchos se hacen es cuándo o a qué kilometraje se debe hacer la reparación, pero más que una cuestión de kilometraje es el tipo de uso y trato que haya recibido la máquina, además de los aceites usados y la calidad de sus componentes.
Por ejemplo, si dos carros iguales comienzan su vida al mismo tiempo pero uno es usado principalmente en ciudad y el otro en carretera, lo más seguro es que el primero deberá someterse mucho antes a esta intervención que el segundo. La razón es que el desgaste del motor en situación de tráfico urbano (‘pare y arranque’ constante) es mayor.
Otras prácticas que aceleran el desgaste son las aceleraciones fuertes con el motor frío (la lubricación no es óptima en esas condiciones), hacer recorridos cortos donde el motor no alcanza su temperatura óptima, conducir siempre a bajas revoluciones, extender el periodo entre cambios de aceite y no estar atento al estado del filtro de aire, entre otros.
SÍNTOMAS
Cuando estas prácticas comienzan a precipitar el desgaste del motor, el primer indicio de que se acerca una reparación, o al menos una intervención, es cuando el consumo de aceite se eleva.
Es importante aclarar que es normal que haya un consumo de aceite (la cantidad varía de motor a motor y el manual de usuario debería indicarla), pues los sellos de válvulas, ubicados en sus guías y que se encargan de que ese aceite no pase en grandes cantidades a los cilindros, sí deben permitir el paso de suficiente aceite para lubricar el vástago y la guía de la válvula
En ese sentido, no es solo normal sino también necesario que haya un leve consumo de aceite, pues quiere decir que ese proceso se está realizando de forma adecuada.
Un indicio de que se ha elevado el consumo de aceite, además de lo que indique la varilla medidora (que debería revisarse regularmente), es que al acelerar sale humo azul por el escape, que quiere decir que está quemando aceite. Otros síntomas que irán apareciendo serán un sonido disparejo, el carro se empezará a sentir ‘quedado’ porque ensucia las bujías y estas dejan de quemar, y finalmente la compresión de los cilindros estará fuera de sus parámetros normales.
De otro lado, episodios como un recalentamiento del motor o la rotura de la correa de distribución por no cambiarla a tiempo también pueden desembocar en una reparación debido a golpes internos entre las piezas de la máquina.
DIAGNÓSTICOS
Si la máquina muestra alguno, o algunos, de estos síntomas, y además su odómetro ya está bien entrado en las seis cifras, el único paso a seguir es ‘destapar’ el motor para comenzar a mirar más de cerca el desgaste y los posibles daños internos.
Naturalmente los sellos de las válvulas serán de los primeros en calificar como desgastados, y cualquier intervención requerirá al menos cambiar todos los empaques, los casquetes, la correa de repartición (o el kit, que incluye también los tensores y poleas), y no estaría de más cambiar bujías. Pero tal vez lo más co mún que se suele decir es que toca anillar.
Este proceso es simplemente un remiendo temporal que no cura de fondo los daños. Si los cilindros han comenzado a perder su forma, de todas maneras los nuevos anillos no podrán cumplir bien su labor, al tiempo que los cilindros se seguirán desgastando y no pasará mucho hasta que toque volver a ‘destapar’ el motor.
La persona que debe dar el concepto final sobre el estado de las piezas es el rectificador, quien tiene las herramientas precisas para calibrarlas y sabe sus tolerancias. Por lo general, esto está por encima de las capacidades del taller normal.